Más fuerte que el destino (La reina Cristina de Suecia, de Rouben Mamoulian) | Miguel Bravo Vadillo

reina Cristina de Suecia, película

«Muy joven aún para comprender la nueva realidad a la que debe enfrentarse, la reina niña muestra un aplomo fuera de lo común cuando recita de memoria su discurso de coronación (si bien, la verdadera reina Cristina sería coronada como tal mucho más tarde, en 1650, cuando esta contaba casi veinticuatro años de edad; aunque ya ejerciera desde mucho antes sus deberes como monarca)».

Dijiste para siempre (El ansia, de Tony Scott) | Miguel Bravo Vadillo

El ansia, película

Que la vampira que aparece en la escena final (críptica para muchos) en un piso de Londres no es Sarah, sino Miriam reencarnada en el cuerpo de Sarah, me parece bastante claro (al menos yo prefiero creerlo así) por el simple hecho de que en el salón del susodicho piso londinense aparecen varios instrumentos musicales y dos alumnos (aunque uno de ellos puede ser su amante) a los que la inmortal imparte lecciones de música.

En ausencia de Ann (‘Mi vida sin mí’, de Isabel Coixet) | Miguel Bravo Vadillo

Mi vida sin mí, Miguel Bravo Vadillo, Isabel Coixet

Pero la película de Coixet rezuma humanidad por todos sus poros (tal y como pretendía Jean Renoir con su cine) y tiene todas las señas de identidad de esas novelas cortas –precisas y preciosas– que dejan una huella indeleble en el lector (aquí complacido espectador). El ritmo de esta película es puro arte narrativo, y algunas de sus secuencias son capaces de transmitir sentimientos de una profunda calidez y de una belleza plástica difícil de ver en el cine actual. No debemos olvidar que Isabel es una fan declarada de Wong Kar-Wai, y se muestra igualmente osada, y acertada, en la colocación de la cámara y en la meticulosa elección de sus planos.

Belle de jour, o la sexualidad según Buñuel frente a Séverine. Por Miguel Bravo Vadillo

Belle de jour, película, Buñuel

Cabe mencionar que Buñuel comulgara con el ideario comunista en algunas etapas de su vida, y no creo que sea gratuito el hecho de que el personaje que abusa de Séverine en su infancia sea un obrero, mientras que ella pertenece a una clase social acomodada. Ya en su edad adulta, Séverine anhelará (como perfecta burguesa, al decir de algunas corrientes psicoanalíticas) ser poseída por hombres de clase social inferior, hombres que, además, la insulten, la rebajen, la dominen e incluso la asusten.

La vida secreta de Ethan Edwards (Centauros del desierto, de John Ford). Por Miguel Bravo Vadillo.

Centauros del desierto

«Un solo deseo me embarga: el de descubrir lo que se oculta tras lo visible».                                                                                                      NIKOS KAZANTZAKIS Centauros del desierto (The Searchers, John Ford, 1956) es una película inagotable y, por tanto, imposible de compendiar en un artículo. Pero dado que el tema monográfico de este mes es Secretos, intentaré centrar mi comentario …

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Un final para la esperanza (‘Tiempos modernos’, de Charles Chaplin) | Miguel Bravo Vadillo

tiempos modernos, Charles Chaplin, Charlot

El final de Tiempos modernos (Modern Times, Charles Chaplin, 1936) es sugestivo por dos razones que aluden al devenir de su personaje principal. Por un lado, esta es la última vez que Chaplin interpreta el personaje de Charlot; es decir, que esa escena en la que vemos alejarse a Chaplin junto a Paulette Goddard es también el adiós definitivo al personaje que lo hizo mítico.

La ventana del fraude (‘En bandeja de plata’, de Billy Wilder) | Por Miguel Bravo Vadillo

en bandeja de plata, Billy Wilder

A nadie le cabe la menor duda de que Billy Wilder es uno de los mejores directores de cine que ha dado la industria de Hollywood. Pero no es menos cierto que este genio de origen austrohúngaro goza de una peculiaridad que, a mi juicio, lo distingue definitivamente del resto, y es que se trata del único cineasta de quien no me hubiese importado firmar todos y cada uno de sus guiones.

Brumas del tiempo (Ágora, de Alejandro Amenábar)

Amenábar, Hipatia, película

La acción del filme parece representarse sobre un tablero de ajedrez –entiéndase la Alejandría de finales del siglo IV–, en el que distintas facciones religiosas se disputan el poder ideológico (y, por ende, político) sobre la ciudad. Las reyertas callejeras, con las correspondientes muertes de algunos peones y otras piezas de cierto relieve social, crean el clima de confusión y descontento que abrirá la partida de forma definitiva; pero en un determinado momento, una de estas facciones religiosas comprende de forma clarividente que la mejor manera de hacer jaque mate al rey (llámese Orestes o, picando más alto, el propio Imperio Romano) es eliminando primero a la reina.

Sucedió una noche (película de Frank Capra).

Sucedió una noche, película de Frank Capra

Sucedió una noche (It Happened One Night, Frank Capra, 1934) es, quizá, la obra cumbre de la comedia romántica americana. Nunca se ha filmado otra igual y nunca volverá a filmarse, aun cuando todo su equipo técnico y artístico resucitara y volviese a rodarla secuencia por secuencia. Tal confluencia de ingredientes solo se da una vez en la vida. Es una de esas películas rodadas en estado de gracia, y eso que ni los mandamases de la Columbia ni la propia Claudette Colbert creían demasiado en ella.