Netflix y HBO. La duda razonable

Hasta hace poco el documental canónico sobre asesinatos que emitían las televisiones era el del asesino en serie. Nos enfrentábamos, pues, con hombres y mujeres malos malísimos, reincidentes en el malévolo acto de quitarles la vida a otras personas. Seres aleccionados por el mal, cuya autoría de los delitos por los que habían sido imputados estaba fuera de duda.

Sin embargo, me ha parecido detectar que en las plataformas de televisión (Netflix y HBO, sobre todo) los documentales más vistos se encargan de ofrecernos la historia de personas que, hasta el momento de los hechos por los que fueron juzgados, podrían ser consideradas normales (con toda la dificultad que entraña definir el adjetivo “normal” aplicado a un ser humano). Hablamos de personas cuya responsabilidad en los asesinatos deja un margen de error y por tanto el dedo de la Justicia se tambalea.

Productos como Making a Murderer, Así nos ven, ¿Quién mató A Garret?, El caso Alcásser, Amanda Knox o La desaparición de Madeleine McCann ya no se centran en casos de asesinos sin redención posible, sino en personas como nosotros que, en un momento determinado, cometieron un crimen. O no lo cometieron…

Porque lo que hacen Netflix y HBO no es tanto ofrecer casos cerrados en los que todo concuerda, sino otros en los que hay demasiados cabos sueltos. Lo que hacen estas plataformas es sembrar la duda sobre la culpabilidad del acusado. Unas veces se posicionan a favor, otras en contra, en otras ni lo uno ni lo otro, y en documentales como La desaparición de Madeleine McCann llegan a hacer una cosa y la contraria (en mitad del documental, trataron de convencernos de que lo que habían sostenido hasta ese momento no tenía sentido).

El objetivo de Netflix y HBO en estos documentales es sembrar una duda razonable, tumbar nuestras certezas sobre casos judiciales.

Y vaya si lo consiguen. Habrá espectadores de naturaleza asertiva, obligados por su propia personalidad a mostrarse siempre categóricos (a estas alturas, por qué habrían de cambiar a la hora de ver un documental…), pero intuyo que una gran mayoría de espectadores terminan estos documentales tocados por esa “duda razonable”.

¿Asesinó Steven Avery a Teresa Holbach? ¿Tiene algún fundamento la teoría de la conspiración urdida por Fernando García, padre de una de las niñas de Alcásser, y Juan Ignacio Blanco, a quien erróneamente sus adeptos llaman “criminólogo”? ¿Quién mató a Garret Philips en el documental así titulado? ¿Mató la joven y atractiva Amanda Knox, tratada por los medios de comunicación como una femme fatale, a su compañera de piso? ¿Es responsable el matrimonio McCann de la desaparición de su pequeña hija Madeleine?

Rebajas
Madeleine McCann: Ten Years on
  • Collins, Danny (Autor)

El espectador experimenta cierta cercanía con las personas presuntamente implicadas en estos sucesos, incluso aunque nunca antes hubiera oído hablar de ellas. Y es esa cercanía —nos hacen creer que podríamos haber sido cualquiera de nosotros— la que facilita que nuestra mirada no quiera perder detalle de cuanto sucede en la pantalla o en el monitor. Por motivos difíciles de explicar, pasamos de ser simples espectadores ante unos hechos consumados, fuera de duda, a jueces que han de deliberar y dictar sentencia. Jueces asertivos o jueces dubitativos, pero jueces en cualquier caso.

La duda razonable que Netflix y HBO se han encargado de articular se ha adueñado de nosotros. Y antes de que logremos organizar nuestros puntos de vista ya estamos inmersos en otro documental sobre asesinatos donde lo único que sacaremos en claro es que en estas historias, como en la vida misma, nada está lo suficientemente claro.

Francisco Rodríguez Criado es escritor, corrector de estilo.  

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