Empecé a leer la prensa a diario cuando tenía 17 o 18 años. Yo ayudaba en el negocio familiar y dedicaba mis diez minutos del desayuno para leer en la barra de una cafetería cercana la información que consideraba más relevante para mis intereses.
Por entonces relacionaba la prensa con un momento de relax, bien fuera en el breve descanso laboral de la mañana, café y tostadas incluidos, o por la tarde, cuando iba a tomar algo a El Gran Café, un lugar muy acogedor que imitaba los salones de tertulia de principios del siglo XX.
Ha pasado mucho tiempo de aquello y mi interés por leer el periódico se ha intensificado y diversificado. Ya no asocio el tiempo de lectura al desayuno, entre otros motivos porque ahora tenemos las noticias al alcance de un clic, sea en el teléfono móvil, la tablet o en el ordenador.
La digitalización de los contenidos periodísticos ha marcado un antes y un después, y es precisamente esa digitalización la que ha permitido algo impensable hace no demasiado: la posibilidad de que cualquier lector pueda comentar online, a tiempo real, las noticias. Esta interacción, creo yo, le da un giro espectacular al asunto.
He pensado en esto mientras leía acerca del caso del futbolista alemán (de origen camerunés) Youssoufa Moukoko, a quien ya han bautizado como el “Messi africano”, un chaval que está batiendo todos los récords para alguien de su edad (catorce o quince años). Valgan como ejemplo de su voracidad goleadora los 39 goles que marcó con el Dortmund sub17 con solo trece años.
Pues bien, el reportaje sobre esta nueva perla del fútbol estaría incompleto sin la aportación de los lectores, que añaden nuevos datos y comentarios humorísticos, comparten sus dudas (muchos piensan que eran realidad tiene varios años más) o incluso corrigen algún desvarío gramatical del redactor de turno.
El hecho de que el destinatario de la información se convierta a su vez en informante facilita que podamos reunir más piezas de este gran puzle que es la información.
Esto ilumina zonas informativas que hubieran quedado escondidas (aquí, por ejemplo, se hace hincapié en la dificultad de confirmar la fecha de nacimiento de los futbolistas africanos), pero al mismo tiempo convierte la lectura de la prensa en algo cada vez menos categórico, pues la veracidad de los contenidos son cuestionados una y otra vez. Y esto es precisamente lo que marca la diferencia entre la prensa de ahora y la que yo leía cuando trabajaba con mi padre: la información, como esas balas de racimos, es multidireccional.
Los medios de comunicación, huelga decirlo, no son neutrales. Pueden ser de derechas o de izquierdas, nacionalistas o constitucionalistas, del Barça o de Real Madrid, e incluso proetarras, y sus contenidos, fruto de esa parcialidad, recorren una senda previamente diseñada. En consecuencia, deciden qué noticias resaltar y cuáles ocultar (o, si esto no es posible, al menos minimizar).
Pero resulta que ahora no lo tienen tan fácil, y están obligados –hasta cierto punto, todo depende de los criterios de moderación fijados– a reproducir los comentarios de ciertos lectores que destrozan las tesis del propio medio, a veces con argumentos rotundos, para beneficio de las personas con espíritu crítico. Algunos periódicos incluso albergan y divulgan los blogs de suscriptores (por lo general de pago, como es el caso de El Español), que pueden opinar día a día sin necesidad de someterse a una línea editorial. En la otra cara de la moneda, están aquellos periódicos online que no aceptan comentarios de los lectores. Ofrecen noticias cerradas, imposibles de impugnar, eliminando así las ventajas que brinda la prensa de estos días. (Confieso que tengo vetados a estos periódicos y no les dedico la menor atención. Si la aportación del lector no les interesa, tampoco a mí me interesa la suya).
En fin, los tiempos están cambiando, que diría Bob Dylan.
Y, así las cosas, tras los comentarios de los lectores (que han cuestionado la edad del citado Moukoko, a veces a modo de meme), ya no sé si se trata de un alevín que se crece y hace virguerías jugando contra rivales mayores, o si es un aprovechado que abusa con rivales de menor edad.
Es lo que tiene Internet 2.0: estamos tan informados, conocemos tantos recovecos de la noticia, hay tanta gente aportando su punto de vista, que ya no podemos estar seguros de casi nada.
La verdad nos hace libre, pero -en el mejor de los casos- también esclavos de la duda…
Francisco Rodríguez Criado es escritor y corrector de estilo
Sección de opinión de Modelnos
En la imagen destacada aparece la redacción del periódico The New York Times. Fuente: Pixabay
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