Anécdotas sobre Ernest Hemingway

Ernest Hemingway, tan vital y apasionado, es un filón en cuanto a anécdotas se refiere. En esta entrega para MODELNOS, Ernesto Bustos Garrido nos ofrece varias estampas de Hemingway que han pasado a la posterioridad: el día en que estuvo a punto de pelear con el gran boxeador Jack Dempsey y el día en que sobrevivió a dos accidentes de aviación; la pérdida de sus manuscritos literarios, su entrevista con Benito Mussolini...

Al final incluimos un texto de Ernest Hemingway sobre Mussolini, traducido por el propio Ernesto Bustos Garrido.

¿Alguien da más?

Ernest Hemingway, leyenda vida

Ernest Miller Hemingway Hall. Este último, sería su apellido materno. Nunca lo empleó, como tampoco el nombre Miller. Nació en Oak Park en el estado de Illinois. La fecha: 21 de julio de 1899 (el mismo año en que Jorge Luis Borges venía al mundo). Su padre era médico; la madre dueña de casa con alguna afición por la música. Tuvo cinco hermanos: Marcelline,  Carole, Madelaine, Leicester y Ursula.

En 1913 entró al colegio. El establecimiento se llamaba Oak Park and River Forest High School. En 1917 terminó sus estudios. Él se quería ir a la guerra en Europa. Su padre no estaba de acuerdo, e interpuso algunas gestiones para buscarle un trabajo en la ciudad de Kansas.

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En el verano de 1917 viajó en tren hasta esa ciudad. A través de un amigo de su tío Tyler, ingresó en la redacción del diario Kansas City Star. Trabajó allí como reportero alrededor de seis meses. Era lo que se conoce hoy día en el periodismo como un redactor volante. Debía salir a los barrios de la ciudad, concurrir a la estación de policía, al terminal ferroviario de pasajeros y al hospital en busca de noticias. Luego escribirlas de acuerdo a un manual de redacción que tenía el periódico y que era muy preciso: frases cortas, poca adjetivación y certeza en los datos. Esta fue la base para su posterior oficio de escritor.

A comienzos de 1918 entró como voluntario de la Cruz Roja para ir a Europa y trabajar como conductor de ambulancias en la Primera Guerra Mundial. Viajó en mayo. De inmediato fue enviado al frente, en Italia. El día 8 de julio de ese mismo año estalló un obús cerca de él a orilla del Río Piave, y resultó con 200 esquirlas de metralla en sus piernas. Estando herido salvó a un soldado italiano y lo llevó en sus hombros hasta la retaguardia. Por eso lo condecoraron. Estuvo seis meses internado curándose de las heridas en un hospital de Treviso, al norte de Venecia. Allí se enamoró de la enfermera Agnes von Kurowski. El episodio lo inspiró a escribir su primera gran novela Adiós a las armas . Ambos se juraron amor eterno.

Con esa joya en su alma regresó a Estados Unidos. Tenía 20 años. Al poco tiempo Agnes le dirigió una carta dando por finalizada la relación y la promesa de matrimonio. Esto lo devastó, y para olvidar Ernest quiere volver al Viejo Mundo. París es una de sus metas. Consigue una corresponsalía del Toronto Star. Antes contrae matrimonio con Hadley Richardson, algunos años mayor que él. Juntos parten en 1921 a la Ciudad Luz. Este es el período más fascinante de su vida, según propio testimonio, donde conoce a famosos y grandes personalidades, entre ellas el boxeador Jack Dempese.

Este fue el affaire con Dempsey:

El día que Hemingway quiso pelear con Jack Dempsey

Se encontraba un día el gran Jack Dempsey en París. Estaba filmando una película con el director Erle Kenton (1924). Para no perder forma –era el campeón mundial vigente de los pesos pesados– concurría a diario al gimnasio. Allí hacía guantes con diversos sparrings.

Hemingway, ¿boxeador frustrado?
Hemingway, ¿boxeador frustrado?

En una ocasión, según cuenta Roger Kahn en su biografía del peleador titulada A flame of pure fire, Dempsey advierte algo extraño en uno de sus «sparring». Este acababa de salir del rincón y arremetía como un loco hacia él. Algo instintivo lo hizo dar un «side step» (paso al costado) porque le pareció un rostro conocido; su gesto tal vez impidió una tragedia o evitó un bochorno.

El texto de Kahn en inglés, recoge esta experiencia increíble con el verdugo de Carpentier y Willard. Así se lo contó el propio Dempsey a Kahn, un tiempo después:

El texto en inglés comenzaba así: «There were a lot of Americans in Paris and I sparred with a couple, just to be obliging,», Jack Dempsey said. «But there was one fellow I wouldn’t mix it with. That was Ernest Hemingway…»

Boxeador estadounidense Jack Dempsey
Boxeador estadounidense Jack Dempsey

«Había en París un montón de pugilistas americanos y yo había hecho guantes con un par de ellos. Sin embargo, entre ellos estaba un muchacho que me fue imposible no reconocer. Su cara me resultó conocida, pero no inmediatamente. Después, claro, lo identifiqué. Era nada menos que Ernest Hemingway. En esa época debería tener más o menos 25 años (Tenía exactamente esa edad) y por su físico y apostura, parecía un buen prospecto de boxeador. Sabía que la gente lo leía y que era muy popular en los sitios de bohemia. Cuando lo vi con los guantes puestos y venir hacia mí, tuve la impresión de que realmente podría intercambiar golpes conmigo. Avanzó desde su esquina como un desquiciado. Algo me hizo reaccionar y lo paré. De inmediato supe que podría hacerle daño y yo no quería hacerle eso a Hemingway. Por eso nunca hice guantes o entrené con él. Me pareció muy valiente, a lo mejor irresponsable».  Traducción Ernesto Bustos Garrido

P. D. Heminway, Premio Nobel de Literatura 1954, murió el 2 de julio de 1961 en Ketchum, Idaho, con un escopetazo que él mismo se disparó en la cabeza.

El día en que Hemingway sobrevivió a dos accidentes de avión

El 23 de enero de 1954 Ernest Hemingway vivió una historia increíble, dentro de sus tantas anécdotas sorprendentes y peripecias. Como regalo de Navidad a Mary (su esposa en ese momento) él había contratado un vuelo turístico sobre el Congo Belga. En camino a fotografiar las Cascadas Murchison desde el aire, el avión chocó contra un poste de electricidad abandonado y tuvo que realizar un aterrizaje de emergencia en la densa maleza. Hemingway se golpeó la cabeza y su esposa se fracturó dos costillas.

Ernest Hemingway, heridas, avión
Hemingway sufrió heridas de importancia, lo mismo que su esposa Mary, pero salvaron con vida

Al día siguiente, con el objetivo de llegar hasta donde estaban los médicos que necesitaban para ser tratados de las heridas de este primer accidente de avión, los Hemingway tomaron otro vuelo. Durante la maniobra de despegue el avión explotó y las consecuencias de este segundo accidente, en días consecutivos, fueron mucho peores que el primero. Hemingway sufrió quemaduras y otro golpe en la cabeza, esta vez mucho más serio, que le llegó a afectar al cerebro.

Finalmente, por tierra, llegaron en Entebbe, donde se dieron cuenta de que los periodistas estaban cubriendo la historia de su muerte. Se les informó a todos los reporteros de que el escritor había sobrevivido. Hemingway pasó las siguientes semanas recuperándose de sus heridas, y leyendo sus propios obituarios. Después de los accidentes de avión, Hemingway, que había sido un alcohólico apenas controlado durante gran parte de su vida, bebió más de lo habitual para combatir el dolor de sus heridas. Mejor no se hubieran caído los aviones en que volaba.

(Con datos de la web Culturizando).

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El día que Hadley Richardson perdió la maleta de Hem

En diciembre de 1922 Ernest Hemingway se encontraba en Suiza cubriendo el Tratado de Paz de Lausana, como corresponsal del Toronto Daily Star. Allí se puso en contacto con el periodista y editor Lincoln Steffens. Este quedó impresionado con el trabajo de Hemingway y le dijo que estaba interesado en leer más. En ese momento todos los manuscritos de Hemingway los tenía su esposa, Elizabeth Hadley Richardson, en París, que era donde vivía el matrimonio. Hemingway avisó a su mujer y esta metió todos los papeles que encontró en una maleta y se dispuso a viajar con ellos a Suiza. Hadley se encontraba en la estación de París-Lyon, donde iba a tomar el correspondiente tren, cuando dejó la maleta un momento para ir a comprar una botella de agua. Al volver la maleta ya no estaba y no apareció por ninguna parte.

 Hadley Rirchardson, esposa de Hemingway
Hemingway con su esposa, Hadley Richardson

¿Qué había con exactitud dentro de la maleta? Es difícil saberlo, pero parece ser que contenía casi todo lo que Hemingway había escrito hasta la fecha: decenas de relatos, notas y el bosquejo argumental, más algunos capítulos de una novela sobre sus propias experiencias en la Primera Guerra Mundial. Solo una pequeña parte de la obra de Hemingway sobrevivió al desastre. Básicamente un par de relatos: «Mi viejo», que ya había sido publicado en una revista, y «Up in Michigan», que estaba escondido en un cajón, porque Gertrude Stein le había dicho que era imposible de publicar y que más tarde publicaría en su primer libro «Tres relatos y diez poemas». En enero de 1923 Hemingway le escribió una carta a Ezra Pound para informarle de la pérdida. En ella Hemingway declara que solo han sobrevivido tres borradores de un poema desechado, algún texto periodístico y algo de correspondencia.

En La biblioteca de los libros perdidos, Stuart Kelly sostiene una curiosa teoría sobre el valor de esta desaparición en la obra de Hemingway. Según Kelly, si Hemingway hubiera recibido aquella maleta, seguramente hubiera dedicado la siguiente década a perfeccionar aquellos inmaduros textos juveniles y nunca hubiera llegado a escribir las novelas que escribió, ni a desarrollar su peculiar estilo.

Por otra parte, pensar en el momento del robo y en el destino de esa maleta es algo demasiado tentador. ¿Qué pasaría por la cabeza del ladrón cuando la abrió y no encontró nada de valor, nada salvo los garabatos de un escritor desconocido? ¿Qué haría con ella? Tal vez tirarla al Sena o quizá esconderla en algún ático sin saber que años después aquellos papeles emborronados valdrían su peso en oro… Recopilacion de un artículo firmado por Alejandro Gamero

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El día que Hemingway entrevistó al mismísimo Musolinni

*** A sus jóvenes 23 años Ernest Hemingway entrevistó a Benito Mussolini y publicó la nota en The Toronto Daily Star, diario canadiense con el que colaboraba en esa época. Poco después en ese mismo año, Mussolini tomó el poder guiando a las camisas negras fascistas. Casi en forma paralela Hemingway apuntó: “La simplicidad (que no es simplismo) es un grado superior de la comunicación, y no uno inferior. En esa dificilísima claridad late el genio.”

Milán, 24 de junio de 1922. / En el Toronto Daily Star, junio 1922

Benito Mussolini, jefe del movimiento fascista, está sentado ante su mesa en la mecha del gran polvorín que ha extendido por toda la Italia central y septentrional, y acaricia de vez en cuando las orejas de un cachorro de galgo ruso, parecido a una liebre de orejas cortas, que juega con los papeles que hay en el suelo en torno a la gran mesa escritorio.  Mussolini es un hombre corpulento de rostro moreno, frente alta, labios de sonrisa lenta y manos grandes y expresivas.

Benito Mussolini, Hemingway
Benito Mussolini

–Los fascistas ya alcanzan el medio millón –me dijo–. Somos un partido político organizado como una fuerza militar.

Hablando lentamente en italiano y eligiendo las palabras para asegurarse de que yo las entendía todas, añadió que los fascistas tienen doscientos cincuenta mil miembros organizados en escuadras de Camicie Nere, o «camisas negras», que son las tropas de choque del partido político.

-Garibaldi tenía camisas rojas –sonrió, con un gesto de disculpa.

–Nuestra intención no es oponernos a ningún gobierno italiano. No estamos en contra de la ley –explicó Mussolini con palabras cuidadosamente acentuadas, apoyado en el respaldo de un sillón de redacción y prestando énfasis a sus argumentos con sus grandes manos morenas–. Sin embargo –añadió con cuidado y lentitud–, tenemos la fuerza suficiente para derribar a cualquier gobierno que intentara oponerse a nosotros o destruirnos.

–¿Qué hay de la Guardia Regia? –pregunté (La Guardia Regia es la fuerza del sur de Italia, organizada recientemente por el ex ministro Nitti para mantener la paz en caso de guerra civil).

–¡La Guardia Regia no luchará nunca contra nosotros!  –exclamó Mussolini.

Ahora bien, esta situación exige cierto examen y comparación. La plataforma fascista es de un conservadurismo extremo. Imaginemos al partido conservador de Canadá con doscientos cincuenta mil hombres armados, como “un partido político organizado como una fuerza militar” y con un líder que declarase que tiene la fuerza suficiente para derribar a cualquier gobierno liberal o de otro signo que pudiera oponerse a él. Es todo un cuadro, ¿verdad? Imaginemos al mismo tiempo que se ha creado una fuerza especial de policía militar para impedir que los conservadores luchen en las calles con los liberales, y tendremos un buen ángulo de observación de la actual situación política italiana. Mussolini ha sido una gran sorpresa. No es el monstruo que se ha descrito. Su cara es intelectual, la cara típica de bersagliere, con su forma grande, morena y ovalada, ojos oscuros y labios de expresión lenta. Se suele describir a Mussolini como un “socialista renegado”, pero al parecer ha tenido una razón muy buena para renunciar al partido.

Nacido hace treinta y seis años en la Romaña, en una pequeña ciudad llamada Foli, inició su existencia en un hervidero revolucionario. La revolución de 1913 tuvo lugar cerca del lugar de su nacimiento; fue la revuelta de los “pelucas rojas”, en la que Malatesta, el famoso anarquista italiano, trató de instaurar la República. Mussolini empezó su carrera como maestro de escuela cuando aún no tenía veinte años. Se pasó al periodismo e hizo su primera aparición importante en Trento como asociado de Cesare Battisti en la Libertá. Cesare Battisti fue el italiano capturado y herido por los austriacos cuando era oficial de los Alpini y colgado en el castillo de Trento porque había nacido en la parte de Italia ocupada por los austriacos.

Cuando estalló la guerra en 1914, Mussolini era redactor jefe de Avanti, el diario socialista de Milán. Trabajó para Italia, pronunciándose con tanto ardor a favor de los aliados, que la dirección del periódico prescindió de sus servicios y entonces Mussolini fundó su propio diario, Il Popolo d´ Italia, para expresar sus puntos de vista. Invirtió en la empresa todo su dinero, y en cuanto Italia entró en la guerra se alistó como soldado raso en el cuerpo de choque de los bersaglieri.

Gravemente herido en la lucha de la altiplanicie de Carso y condecorado varias veces por su valor, Mussolini, patriota ante todo, vio cómo una oleada de comunismo, que en 1919 se extendió por todo el norte de Italia, amenazando todos los derechos de propiedad privada, arrebataba a Italia todo cuanto él consideraba los frutos de su victoria. Para protestar contra esto, organizó las tropas de choque fascistas o anticomunistas. La historia de sus actividades durante los dos años siguientes ha sido contada muy a menudo.

Ahora Mussolini manda una organización de quinientos mil miembros que comprende a hombres de casi cualquier oficio en Italia, varios centenares de miles de trabajadores opuestos al comunismo, que se han vuelto hacia los fascistas como una fuerza armada que podría hacer algo por ellos. Así, el fascismo entra en una tercera fase. Primero fue una organización de contraatacantes de las manifestaciones comunistas, después, un partido político, y ahora un partido político y militar que alista a los trabajadores de Italia e invade el campo de los sindicatos. Ya domina Italia desde Roma hasta los Alpes.

Y ahora la pregunta es: ¿qué piensa hacer Mussolini, sentado ante su mesa del Popolo d´Italia, acariciando las orejas del cachorro galgo ruso, con su “partido político organizado como una fuerza militar”?

Ernest Hemingway.

Traducción Ernesto Bustos Garrido

Nota: Los bersaglieri son un cuerpo de infantería del Ejército italiano, creado por el general Alessandro La Marmora en 1836, para servir en el Ejército piamontés, el cual se convirtió posteriormente en el Ejército Real Italiano. Una de sus características era que se desplazaban normalmente en bicicleta. Durante la campaña de África usaron motocicletas. El nombre bersagliere significa «tirador certero». Siempre han sido una unidad de infantería de alta movilidad y pueden ser reconocidos por el sombrero de ala ancha decorado con plumas de urogallo, aunque actualmente sólo se utiliza en el uniforme de gala.

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