3 historias cotidianas

Si se sorprende, qué bueno; si no, bueno también. Son cosas de la vida cotidiana que de pronto aparecen en las esquinas perdidas de los diarios y que pueden ser el punto de partida de un relato o un cuento. Un viejo profesor en la Universidad nos hacía apuntar en una libreta de notas este tipo de episodios. Era con el fin de entrenar nuestra capacidad de asombro. “El reportero que sale un día de su casa y no se da cuenta de que la calle que ayer era de tierra, y hoy amaneció con asfalto, es un burro”, nos decía. Y agregaba: “Capacidad de asombro. Mucha capacidad de asombro. Es la única forma de encontrar las noticias donde otros sólo en terrones y colillas de cigarro tiradas en la cuneta”.

Ese profesor se llamaba Alejandro Cabrera Ferrada y, años más tarde, fue profesor de mi hijo mayor, que también es periodista.

Ernesto Bustos Garrido

Cayó a un pozo-noria mientras veía las estrellas del cielo

Un diario de la ciudad de Putaendo (a ciento y pico kilómetros al norte de Santiago) informó un día lo siguiente: “Una joven de 21 años ha tenido que ser rescatada en la madrugada de este viernes en el sector de Las Dichas tras caer a un pozo de unos 10 metros de profundidad. La joven, que sufría síntomas de hipotermia y estaba en estado de shock cuando fue rescatada por los bomberos, salió del pozo mojada y sin ropa interior. En realidad, no la había perdido en la caída, sino minutos antes, cuando mantenía relaciones sexuales con otro chico, sobre la tapa de un pozo que se abrió.

Los dos se habían subido a la tapa de un pozo de una noria, pero en plena efervescencia amorosa, la cubierta se vino abajo y se desató el drama. La chica cayó hacia la profundidad, pero no así el novio que, lejos de comportarse como un caballero de ley, huyó del lugar, dejando desamparada a la muchacha. 

jóvenes en frenesí

El teléfono de emergencias 133 de Carabineros recibió después una llamada alertando de lo sucedido, por lo que se sospecha que fue efectuada por el mismo galán, que se sintió arrepentido, pero que no quiso acudir al lugar de los hechos.

 La chica que dijo llamarse Lastenia fue trasladada al Hospital de San Felipe, donde recibió los primeros auxilios y le proporcionaron ropa. Luego la dieron de alta a las pocas horas, no sin antes suministrarle la pastilla del día después. 

A raíz de este suceso, los bomberos de Las Dichas pidieron públicamente este viernes a los jóvenes que suelen congregarse en esta zona de calles poco iluminadas que extremen los cuidados en sus encuentros amorosos, pues en esa zona hay varios pozos de similares características al utilizado por la pareja en cuestión.

Recopilación de Ernesto Bustos Garrido

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El catador de vinos fino

En un almacén de vinos, el catador había fallecido y el director comenzó a buscar a alguien que hiciera el trabajo. Un oficial piloto de la marina mercante, borracho y sucio, se presentó para solicitar el empleo. El director, al verlo, se preguntó cómo un hombre así podía optar a ese puesto. De inmediato pensó en pedirle que se retirara. El hombre se adelantó y pidió una copa de vino. El director dio orden de que le sirvieran un poco para luego alejarlo. El viejo piloto lo probó y dijo:

–Es un moscatel de tres años, elaborado con uvas cosechadas en la parte norte del país, y madurado en un barril de acero. Es de baja calidad, pero aceptable.

Catador de vinos
Catador de vinos

–Correcto –dijo el jefe un tanto sorprendido.

–Otra copa por favor –pidió el exmarino. 

Bebió el contenido y apuntó:

—Es un cabernet de ocho años, cosechado en los cerros de secano de esta parte del sur del país. Ha sido guardado en barriles de roble americano a ocho grados de temperatura. Le faltan todavía tres años para que alcance su más alta calidad.

–Absolutmente correcto –dijo el director–. Vamos entonces por una tercera copa.

–Este es un espumante elaborado con uvas de pinot blanc de alta calidad y exclusivas –señaló calmadamente el borracho.

El director de la bodega de vinos no podía creer y le hizo un guiño de ojos a su secretaria para sugerirle algo.

La joven salió de la habitación y regresó con una copa de orina.

El alcohólico la probó:

–Es una rubia de 26 años, soltera, con tres meses de embarazo, y si no me dan el puesto, digo en este momento quién es el padre.

Recopilación y adaptación de Ernesto Bustos Garrido

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El abuelo, el nieto y el burro, una historia de Francisco J. Briz Hidalgo

Un abuelo y su nieto salieron de viaje con un burro. El nieto había pasado las vacaciones con su abuelo y ahora volvía a casa de sus padres para empezar nuevamente el colegio. A ratos, el abuelo o el nieto se subían al burro y así iban haciendo el viaje más cómodo.

El primer día de viaje llegaron a un pueblo. En ese momento el abuelo iba sentado sobre el burro y el nieto iba caminando al lado.

Al pasar por la calle principal del pueblo algunas personas se enfadaron cuando vieron al viejo sobre el burro y al niño caminando. Decían:

Cuento del abuelo, el nieto y el burro

–¡Parece mentira! ¡Qué viejo tan egoísta! Va montado en el burro y el pobre niño a pie.

Al salir del pueblo, el abuelo se bajó del burro. Llegaron a otro pueblo. Como iban caminando los dos junto al burro, un grupo de muchachos se rio de ellos, diciendo:

–¡Qué par de tontos! Tienen un burro y, en lugar de montarse, van los dos andando.

Salieron del pueblo, el abuelo subió al niño al burro y continuaron el viaje.

Al llegar a otra aldea, la gente exclamó escandalizada:

–¡Qué niño más maleducado! ¡Qué poco respeto! Va montado en el burro y el pobre viejo caminando a su lado.

En las afueras de la aldea, el abuelo y el nieto se subieron los dos al burro. Pasaron junto a un grupo de campesinos y éstos les gritaron:

–¡Sinvergüenzas! ¿Es que no tenéis corazón? ¡Vais a reventar al pobre animal!

El anciano y el niño se cargaron al burro sobre sus hombros. De este modo llegaron al siguiente pueblo. La gente acudió de todas partes. Con grandes risotadas los pueblerinos se burlaban diciendo:

–¡Qué par de tontos! Nunca hemos visto gente tan tonta. Tienen un burro y, en lugar de montarse, lo llevan a cuestas.

Al salir del pueblo, el abuelo después de pensar un buen rato le dijo a su nieto:

–Ya ves que hay que tener opinión propia y no hacer mucho caso de lo que diga la gente.

Enseguida el viejo y su nieto hicieron con sus manos y brazos una «sillita» y sentaron allí el burro.

Adaptación: Corebo

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